Hugo Cabral - Defensor del Pueblo de Tucumán
La rebelión policial y la explosión de violencia que tuvo en vilo a los tucumanos nos devuelve una imagen inquietante: la parte vacía del vaso de la democracia es bastante más grande de lo que muchos creían, a pesar de los logros.
Montados sobre una insatisfacción salarial, un grupo sedicioso de la Policía, con presuntas vinculaciones con bandas delictivas, ha promovido una rebelión interna que derivó en el abandono de la principal misión del cuerpo: la de dar protección y seguridad a la población. Y dejó abierta una dramática brecha por la que se colaron los instintos más primarios del ser humano. Nadie tiene derecho a robar, nadie tiene derecho a matar. La Policía puede reclamar mejoras salariales o laborales, pero no tiene derecho a la huelga, porque su misión fundamental es proteger la vida y bienes de los ciudadanos.
Dentro de este lamentable panorama, rescatamos el temple de gran parte del pueblo tucumano, que no se dejó paralizar por el miedo, y mostró una solidaridad encomiable. Corresponde que el Gobierno reasuma con firmeza y eficacia su rol central como garante de la paz social y brindar asistencia a los damnificados. También avanzar decididamente en el castigo a los culpables y en el impulso de la necesaria reforma policial. Hacemos un enérgico llamado a todos los tucumanos a aunar esfuerzos, fortalecer las instituciones democráticas y galvanizar nuestro espíritu solidario. Exhortamos al Gobierno, a las distintas expresiones políticas y demás instituciones comprometidas con la democracia a buscar consensos que permitan recomponer la confianza pública, la cohesión social, la justicia y la paz.